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El nacimiento de la lámpara-escultura Orbital representó para Foscarini no sólo el inicio de la colaboración con Ferruccio Laviani, sino también una declaración de intenciones: abandonamos por primera vez el vidrio soplado de Murano, abrazando la filosofía que actualmente nos lleva a manejar más de veinte tecnologías distintas.

Si tuvieras que describir tu colaboración con Foscarini mediante un adjetivo, ¿cuál elegirías?

Utilizaría dos: fructífera y libre. La primera palabra tiene un sabor pecuniario, pero no debe entenderse en este sentido, o mejor dicho, no sólo en este sentido. El hecho de que casi todas las lámparas que he diseñado para Foscarini estén todavía en el catálogo es una buena noticia tanto para mi estudio como para la empresa.
Pero la califico como fructífera sobre todo porque haber diseñado objetos que la gente sigue apreciando 30 años después es un enorme alivio para un diseñador, es la confirmación de que lo que hace tiene sentido.
Luego está la cuestión de la libertad creativa. Foscarini me ha permitido pasar con extrema independencia expresiva del producto a los espacios, sin imponerme nunca ningún tipo de límite. Esto es algo realmente raro y precioso.

 

En tu opinión, ¿cómo habéis llegado a esta libertad expresiva y creativa?

Creo que forma parte de la manera de ser de las personas implicadas. Si un diseñador se gana su confianza, Foscarini responde dejándole una libertad de expresión total. Son conscientes de que es la mejor manera de sacar el máximo partido de la colaboración, para ambas partes. Evidentemente, después de constatar que el trabajo de instinto va seguido del trabajo de cabeza. En mi caso, Orbital fue la apuesta inicial: ¿gustaría una lámpara con una estética tan característica? ¿Habría resistido al paso del tiempo? La respuesta del público fue afirmativa y, desde ese momento, nuestra colaboración se ha basado siempre en la máxima libertad.

¿Qué significa esta libertad para un diseñador?

Te da la posibilidad de explorar distintas facetas de lo posible. Para alguien como yo, que nunca se ha identificado con un estilo o un tipo de gusto concreto, sino que se enamora periódicamente de sabores, ambientes y decoraciones siempre distintas, esta libertad es fundamental porque me permite expresarme. No tengo pretensiones artísticas y soy muy consciente de que lo que hago es producción: objetos fabricados en serie que deben tener una función clara y cumplirla lo mejor posible. Pero junto a estas consideraciones racionales, lo que me mueve en el acto creativo es el deseo. Un deseo, casi irreprimible, de dar vida a un objeto que no existe, a algo que me gustaría tener como parte de mi vida.

¿Cómo son esos objetos que deseas y que, por tanto, diseñas?

No tengo una respuesta desde el punto de vista del estilo. Hago siempre cosas distintas porque me siento siempre distinto y lleno mis espacios físicos y mentales con presencias que varían con el tiempo y reejan estos paisajes personales. Pero me fascina todo lo que crea una conexión con las personas y entre las personas. Por eso doy siempre un carácter a las cosas que diseño, el que creo que reeja mejor mi forma de interpretar el espíritu de la época. A veces el del momento. Esto es mucho más real para una lámpara que para otro elemento del mobiliario, porque una lámpara decorativa se elige por afinidad, por lo que nos dice a nosotros y sobre nosotros. Es el comienzo de un diálogo ideal entre el diseñador y el comprador. Si esa lámpara sigue hablando a la gente incluso después de 30 años, significa que esa conversación es importante y aún consigue decir algo significativo.

El evento por el trigésimo aniversario de Orbital también fue una oportunidad para presentar el nuevo proyecto fotográfico NOTTURNO LAVIANI. En este proyecto, Gianluca Vassallo interpreta las lámparas que Laviani ha diseñado para Foscarini con catorce episodios en las que las luces habitan espacios ajenos.

Descubre más sobre Notturno Laviani

¿Qué sientes ante la interpretación que ha hecho Gianluca Vassallo de tus lámparas?

Tengo la sensación de que se cierra un círculo. Porque Gianluca cuenta una idea personal de luz utilizando los objetos que he diseñado como presencias sutiles pero significativas. Y esto es lo mismo que sucede cuando una persona decide poner una de mis lámparas en su casa. Así que frente a Notturno siento esa misma gran emoción que siento cuando alguien se apropia de uno de mis proyectos y lo convierte en parte de su existencia: es esa sensación tan hermosa de haber hecho algo que tiene un sentido y una importancia para los demás.

 

¿Cuál es la foto que más te representa?

Sin duda la de Orbital en el exterior, el paso elevado con el cartel de circo hecho jirones. Porque así soy yo, todo y lo contrario de todo.

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¿Quieres echar un vistazo?

Mite es la lámpara que ha marcado el inicio de la ya histórica colaboración entre Foscarini y Marc Sadler. Se trata de un proyecto que subvierte los esquemas satisfaciendo los que el diseñador define «picos de irracionalidad», la actitud que permite explorar todas las potencialidades de un material y de una tecnología.

Mite recibió en el 2001 el premio Compasso d’Oro ADI, el premio mundial de diseño más acreditado, junto con la versión de suspensión Tite. Han pasado veinte años desde entonces, y creemos que este evento, al igual que el icónico y atemporal carácter de Mite, merece una celebración apropiada.
Como resultado de ello nació Mite Anniversario, que hace evolucionar el concepto original de Mite a través de ulteriores experimentaciones y variaciones. En esta importante ocasión hemos entrevistado a Marc Sadler y hemos mantenido una interesante conversación sobre Mite, Tite y el diseño relacionado con la iluminación.

 

¿CÓMO HA INICIADO LA COLABORACIÓN CON FOSCARINI PARA LA LÁMPARA MITE?

MS — «Conocí a Foscarini en un periodo en el que vivía en Venecia y Mite fue el primer proyecto que desarrollamos juntos. Para mí Foscarini era una pequeña empresa que trabajaba el vidrio y era una realidad lejana de lo que yo hacía. Un día conocí por casualidad, en un vaporetto, a uno de los socios. Charlamos sobre nuestro trabajo y lo que hacíamos, y me habló de un tema sobre el que estaba reflexionando. Me pidió que pensara en un proyecto que tuviera el sabor incierto del vidrio —ese aspecto artesanal que es imposible de controlar y que consigue que cada objeto tenga su personalidad— pero que se pudiera fabricar a nivel industrial, con una visión más integrada. Al separarnos nos despedimos y le prometí que lo pensaría».

 

¿CUÁL HA SIDO LA IDEA PRINCIPAL QUE HA DADO PASO A ESTE PROYECTO?

MS — «Iba de camino a Taiwán para un proyecto de raquetas de tenis y palos de golf para una empresa que trabajaba la fibra de vidrio y la fibra de carbono. Es un mundo en el que los productos se fabrican en grandes números, no con pocos ejemplares. La raqueta, cuando se fabrica, cuando sale de los moldes es preciosa, pero luego, las personas que la trabajan empiezan a limpiarla, a pulirla, a pintarla, a cubrirla con diversos elementos gráficos y así, poco a poco, va perdiendo parte del encanto de la fase de producción. Al final tienes un objeto cargado de elementos gráficos que esconden su auténtica estructura. El producto final, para mí, es siempre menos interesante que el producto en la fase inicial. Para mi trabajo de diseñador prefiero el producto bruto, antes de los acabados, cuando todavía es un objeto « mítico», precioso, porque la materia vibra. Mirando estas piezas a contraluz se ven precisamente las fibras, y he notado que la atraviesa la materia. Cogí unos cuantas de estas muestras y me las llevé a Venecia. Al volver, llamé enseguida a Foscarini y les expliqué que estaba pensando en una manera de utilizar este material. Aunque la fibra de vidrio, realizada con pedazos de material presenta límites e incertidumbres en la elaboración, yo pensaba en un objeto para fabricar a nivel industrial. Proponerlo a Foscarini era casi como una apuesta, porque se necesitaban grandes cantidades de producción para justificar su uso, y no era un material muy versátil y adaptable. Pero si hubiéramos conseguido mantenerlo en ese fascinante estado matérico, habría sido una ocasión perfecta para aplicarlo a un proyecto de iluminación».

¿CÓMO FUE LA FASE DE INVESTIGACIÓN Y DESARROLLO?

MS — «Nos pusimos en contacto con muchos proveedores que utilizaban los mismos materiales y las mismas técnicas para fabricar cubas de vino o equipos deportivos, pero lamentablemente no estaban dispuestos a colaborar para esta investigación experimental. Sin embargo, seguimos buscando sin desanimarnos hasta que encontramos a un empresario que también trabajaba este material para sus investigaciones personales (se había construido un ala delta motorizado). Se entusiasmó con el proyecto y ofreció enseguida su disponibilidad. Tenía una empresa que fabricaba cañas de pescar extraordinarias y muy especiales, pero decidió lanzarse con nosotros en el mundo de la luz. Nos mandaba muestras de pruebas que hacía de forma autónoma, pidiéndonos nuestra opinión sobre nuevas resinas y nuevos hilos. El diseño está formado por personas que actúan e interactúan juntas. Se trata de una magia completamente italiana. A menudo, en empresas del resto del mundo, esperan la llegada del diseñador que, como un superhéroe, entregue todo ya listo, llaves en mano. Pero no funciona así, para crear proyectos realmente innovadores es necesario poder intercambiar ideas para encontrar los problemas y resolverlos juntos. Me gusta trabajar así».

 

¿SE DESARROLLARON MODELOS Y PROTOTIPOS DE ESTUDIO?

MS — «El primer modelo estaba hecho con un molde cerrado tradicional, y luego pensamos probar otra técnica, el «rowing», que se basa en enrollar hilos alrededor de un cuerpo macizo. Observando los hilos que se podían utilizar, encontré madejas que se consideraban defectuosas, en las que el hilo no era perfectamente lineal y vibraba un poco. Este tipo de hilo se convirtió luego en el hilo utilizado en la producción final. Las fibras no son todas regulares, y nosotros quisimos valorizar este «defecto» que lo ha transformado en una calidad siempre única. Queríamos despojarnos del sentido del tecnicismo y queríamos aportar el valor de las habilidades manuales y un cálido sabor material, como se sabe hacer en Italia. En uno de los primeros prototipos había truncado la parte superior con un corte de 45 grados introduciendo un faro de automóvil. Actualmente me parece inquietante ver ese primer prototipo, pero es absolutamente normal, porque representa el inicio de una investigación larga. Para llegar a un producto sencillo es necesario trabajar mucho. Al inicio mi huella era demasiado fuerte, casi violenta. Foscarini ha conseguido mediarla, y con razón, esto es el diseño. Es el equilibrio justo entre las partes en juego para hacer juntos una obra común. Solo trabajando con Foscarini, que sabe tratar la luz, que sabe dar ese sabor a las transparencias y ese calor a la materialidad, hemos conseguido que el producto alcanzase una proporción justa y adquiriera autenticidad. Hemos conseguido obtener un objeto mucho más neto, limpio, en el que lo más importante es la luz que produce, la transparencia del cuerpo y la vibración que se visualiza en el diseño. No un objeto que grita, sino un elemento delicado que entra en las casas».

 

¿CUÁLES SON LOS DESAFÍOS ESPECÍFICOS DE UN PROYECTO CON LA LUZ?

MS — «Después de esta lámpara y después de este acercamiento a los materiales compuestos, me encontré un poco con la etiqueta del diseñador que hace lámparas con materiales sofisticados. Esto no me molesta, al contrario, es lo que junto con Foscarini nos gusta hacer. Por lo tanto, si actualmente encuentro en mis investigaciones algo interesante o que no se ha utilizado todavía para el mundo de la luz, Foscarini es la empresa con la que podría disponer de mayor potencial para desarrollar algo original e innovador».

 

¿CUÁLES SON LOS ASPECTOS MÁS SIGNIFICATIVOS DE LA TECNOLOGÍA LUMINOSA UTILIZADOS PARA ESTE PROYECTO?

MS — «En 20 años, la tecnología luminosa ha evolucionado mucho y ahora utilizamos el LED. Respecto a la tecnología del pasado, es un poco como pensar en la diferencia que existe entre un motor de inyección electrónica y uno con carburador. Con el carburador también se podían obtener resultados óptimos, pero se necesitaba un genio que supiera escuchar el motor y que luego fuera capaz de regular todo manualmente. Para Mite ha sido un poco lo mismo. En la primera versión habíamos puesto una bombilla bastante larga colocada a una cierta altura. Para cerrar el tronco, moldeamos una plancha circular de metal cromado con algunos ángulos que experimentamos con diversas inclinaciones, para reflejar la luz directa hacia arriba, pero también para que la luz bajara por el cuerpo de la lámpara, lamiera el material y pudiera iluminarlo desde detrás. Evidentemente, esta tecnología limitaba la libertad de acción, mientras actualmente, con los LED, podemos desplazar el efecto luminoso exactamente hasta donde queremos».

 

¿CÓMO HA CAMBIADO EL TRABAJO DE DISEÑADOR EN ESTOS PRIMEROS VEINTE AÑOS DEL NUEVO MILENIO?

MS — «Actualmente estoy feliz con mi trabajo porque me parece estar en la década de los 70, cuando el empresario contaba mucho y planteaba sus intenciones claramente, con objetivos, un programa de plazos, el dinero necesario y —sabiendo que había trabajado bien hasta ese punto— tenía la intención de ir hasta donde no había ido nunca. Quizás es debido a este periodo muy duro de la pandemia, quizás es debido a que cada vez me cuesta más trabajar con las grandes empresas multinacionales u orientales, pero creo que ha llegado de nuevo el momento de ponerse a trabajar directamente con los empresarios en primera persona».

¿CUÁL ES LA IMPORTANCIA DE LA «TRANSFERENCIA TECNOLÓGICA» EN LAS INVESTIGACIONES DE DISEÑO?

MS — «Es fundamental. Mi trabajo se podría ver como el principio de los vasos comunicantes. Cojo una cosa de una parte, la «tiro» y la llevo a otra parte para ver lo que sucede. Lo he hecho siempre, durante toda la vida. En mi estudio hay un despacho donde, con mis manos, puedo construir o reparar cualquier cosa, y esto me ayuda mucho. No es el concepto de saber dónde está el «sky’s limit», pero pienso mucho antes de decir que no a algo, porque a menudo ya existen soluciones en otras partes y, por lo tanto, es suficiente entender cómo transferirlas».

 

ESTA LÁMPARA ESTÁ HECHA CON UN «TEJIDO» (TECNOLÓGICO) AUTOPORTANTE. ¿QUÉ IDEA RELACIONA EL TEJIDO CON EL DISEÑO DE LA LUZ?

MS — «En Mite la importancia del tejido viene dada por la ventaja de poder tener una textura que hace vibrar la luz cuando pasa por el cuerpo y no fue fácil encontrar el tejido adecuado. Pero con el tejido, en sus infinitas variables, se pueden hacer siempre cosas maravillosas con la luz y, en efecto, con Foscarini seguimos experimentando y desarrollando nuevos proyectos».

 

¿QUÉ SIGNIFICA EL NOMBRE MITE Y SU VARIANTE DE SUSPENSIÓN TITE?

MS — «El nombre deriva de un juego verbal en francés, que me había enseñado mi madre cuando era pequeño, para recordar la diferencia entre las formaciones calcáreas en las cavernas, divididas en las que suben desde abajo, las estalagmitas, y las que bajan desde arriba, las estalactitas. De ahí la idea del nombre. Aunque inicialmente pensaba en la lógica de la forma que se reduce alejándose del suelo o del techo —y por tanto los nombres de las dos lámparas deberían estar invertidas— esta lógica funciona bien en cualquier caso también por asonancia tipológica, es decir, la (estalag)MITE se apoya en el suelo y la (estalac)TITE cuelga del techo».

Era el 1990 cuando Foscarini presentó una lámpara de vidrio soplado, caracterizada por la combinación con un trípode de aluminio, resultado del encuentro con el diseñador Rodolfo Dordoni, que reinterpretaba con un nuevo espíritu la clásica pantalla. Esa lámpara se llamaba Lumiere.

Descubre Lumiere

¿Cuándo y cómo nació el proyecto Lumiere (la chispa, quiénes fueron los actores iniciales, los impulsores)?

Estamos hablando de hace bastantes años y, por lo tanto, recordar quienes fueron los actores precisa un esfuerzo de memoria que a mi edad quizás ya no es tan sencillo.
Lo que si puedo decir es el contexto en el que nació Lumiere. Era un periodo en el que había empezado a trabajar con Foscarini en una especie de cambio de la empresa. Me habían llamado para una dirección general, que podía ser una especie de dirección artística de la nueva colección, porque su intención era cambiar la configuración de la empresa.
Foscarini era una empresa pseudomuranesa, es decir, que residía en Murano, pero que tenía una mentalidad que no era exclusivamente muranesa. Empezamos a trabajar sobre este concepto, el de conservar la identidad de la empresa (la identidad de las raíces de la empresa, es decir, Murano-vidrio), pero alejándonos de la posición de las demás empresas de Murano (es decir, fábrica de vidrio-vidrio soplado) intentando añadir al producto detalles tecnológicos que lo caracterizaran y convirtieran a Foscarini en una empresa más de «iluminación» que de «vidrio soplado». En aquella época, este concepto era la línea guía para la Foscarini del futuro.

 

¿Donde nació Lumiere? ¿Que llevó a su forma-función (las restricciones proyectuales, los materiales como vidrio soplado y aluminio)?

Basándonos en las líneas guía de las que acabo de hablar, empezamos a imaginar y diseñar productos durante los encuentros. En uno de esos encuentros, creo que estábamos todavía en la antigua sede de Murano, hice un esbozo sobre un papel, un diseño realmente pequeño sobre una hoja de papel de 2×4 cm, este sombrero de vidrio con un trípode, para que se entendiera la idea de asociar vidrio y fusión, porque en aquella época la fusión de aluminio era un argumento muy contemporáneo, nuevo.
Así pues, la idea de este pequeño trípode con la fusión y el vidrio expresaba, más que el diseño de una lámpara, un concepto más general: «cómo colocar juntos dos elementos que fueran la característica de los futuros productos de la empresa». Esta fue, en la práctica, la intuición.

 

¿Un momento que recuerda, más que otros, cuando se habla de Lumiere (un encuentro con el cliente, una prueba en la empresa, el primer prototipo)?

Pues, seguramente el momento en el que Alessandro Vecchiato y Carlo Urbinati prestaron atención a mi esbozo, por la intuición. Recuerdo que Sandro echó una hojeada al diseño y dijo: «Me gusta, deberíamos hacerla». En ese esbozo vieron enseguida el producto. Y yo también pensaba que ese diseño podía convertirse en un auténtico producto. De allí nació Lumiere.

 

Vivimos en una sociedad en la que impera el «usar y tirar». ¿Qué se siente al haber diseñado algo que tiene éxito desde hace 25 años?

Eran claramente momentos distintos. Primero, cuando se diseñaba, las consideraciones que las empresas hacían eran también en términos de inversión, y de su amortización en el tiempo. Por tanto, las cosas que se diseñaban se pensaban más.
Ahora no es que hayan cambiado las empresas, ha cambiado el mercado, ha cambiado la actitud del consumidor, que se ha vuelto más «voluble». El consumidor actual está acostumbrado por otros sectores de mercado (véase moda y tecnología) a no desear cosas «duraderas». Así que las expectativas que las empresas tienen sobre el producto son seguramente más breves. Cuando sucede que un producto (como Lumiere) vive durante tanto tiempo en términos de ventas, significa que es autosuficiente. Es decir, que se trata de un producto que no ha seguido necesariamente las tendencias, el momento. Y precisamente por ello, en cierta manera, atrae. Y estimula placer. Tanto en quien lo compra como en quien lo ha diseñado.
¡Personalmente me complace que Lumiere represente una «huella» que todavía se reconoce y sigue siendo atractiva!

 

¿De qué forma este contexto ha «dejado una huella», si lo ha hecho, sobre la piel y en la mente de Rodolfo Dordoni, hombre y arquitecto?

Pienso en dos momentos importantes que han marcado mi trabajo. El primero es el encuentro con Giulio Cappellini, que fue mi compañero en la universidad, Luego fui yo su compañero de trabajo, porque al acabar la universidad me pidió que trabajara con él en la empresa. Gracias a este encuentro pude conocer el mundo del diseño «desde dentro». Durante 10 años trabajé y conocí el sector de la decoración en todos sus aspectos. Así pues, mi configuración es la de quién conoce «en la práctica» toda la cadena de producción del producto diseño.
Esto lleva directamente al segundo de mis momentos importantes.
Gracias a esta «práctica», a este conocimiento directo, cuando las empresas se dirigen a mí saben que no están pidiendo solo un producto, sino un razonamiento. Y a menudo sucede que este razonamiento lleve a construir con las empresas relaciones que se convierten en intercambios largos, en conversaciones largas. Esta charlas ayudan a conocer a la empresa. Y el conocimiento de la empresa es una parte fundamental en el análisis del proyecto. Me gusta trabajar, y en esto estoy un poco mimado, con personas con las que comparto una especie de similitud de intenciones y de objetivos a alcanzar. De esta forma se tiene la posibilidad de crecer juntos.

 

Década de los 90: «googlando» aparecen las Spice Girls, los Take That y el Jovanotti de «È qui la festa?», pero también «Nevermind» de los Nirvana y la pieza de los Underworld que hacía de columna sonora de la película lm Trainspotting, «Born Slippy». ¿Si piensa en su década de los 90, qué le viene a la mente?

La década de los noventa fue para mí el inicio de una progresiva incomprensión tecnológica. Es decir, que todo lo que sucedió desde el LP musical en adelante, tecnológicamente hablando, yo empecé a no entenderlo. Muchas veces he pensado que, cuando era un muchacho, criticaba a menudo a mi padre porque lo consideraba tecnológicamente inadecuado. Pues bien, su ser inadecuado respecto a mí era mínimo, si pienso en mi «insuficiencia tecnológica» respecto a mis nietos, por ejemplo. ¡Digamos que en la década de los noventa inició mi «aislamiento tecnológico»!

 

¿Que ha permanecido invariable para Rodolfo Dordoni diseñador?

El diseño. El esbozo. El rasgo.

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